Nos contó Ricardo en un encuentro de amigos, que el teléfono móvil le había dado problemas y lo llevó a la tienda donde lo había comprado. Le atendió un dependiente joven, muy puesto en las cuestiones tecnológicas, que se expresaba con desparpajo y manifestaba seguridad. Ricardo le contó lo que le pasaba al teléfono y añadió que le sorprendía porque era un aparato bueno de una buena marca. El dependiente le escuchó con cara de ¡pero ¿qué me estás contando?!  y sentenció el diagnóstico sin inmutarse: ya, pero este modelo es de hace un año. Ricardo salió de la tienda con la moral hundida y arrastrando el orgullo. A él, un profesional consolidado, inquieto por estar a la última en nudos de corbata, zapatos o portátil; a él que le suenan alarmas continuamente para informarle del tiempo, de los goles de su equipo o de las ultimísimas noticias; a él le habían afeado que su móvil era un modelo de hace un año.

Soy de los que notan la presión del ambiente y me afecta a la hora de comprar. La tendencia al consumismo flota en todos los rincones, y a los que somos de carne y hueso nos tienta: que si me espero un mes a que salga el nuevo modelo, que si total por unos euros más tengo otro con más prestaciones. Excusas nunca faltan para ir más allá de lo que cubre nuestra necesidad.

Por eso es muy de agradecer encontrarte con tipos normales que saben superar esa situación sin poner cara de mártir. Es lo que me pasó con Ángel el otro día, durante la comida en el trabajo. Le pidieron un dato, sacó la pda y hubo una exclamación general ¡ooohhh! pero ¿qué es éso? Y Ángel nos enseñó con naturalidad su HTC estrenada hace ocho años. La guardó mirando a la concurrencia y algunos bajamos la mirada algo avergonzados.

Por dentro me dije: Ángel ¡eres mi héroe!, ochos años con el mismo teléfono y aún nos dice ¿cambiar? para qué! si funciona bien y tiene lo que necesito.

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader