Me puse a revisar la propuesta de inicio de curso que me habían enviado desde el colegio. En estos días de #YoMeQuedoEnCasa, son tantas las incertidumbres a corto plazo, tantas las variantes a tener en cuenta, que empezaba a sumirme en el desánimo delante del documento. Había entrado en la espiral del derrotismo y faltaba claridad en las ideas.
Entonces llegó ella, la paloma que otras mañanas viene a visitarme. Posada en las ramas del árbol que casi toco desde mi ventana, la vi relajada, confiada, picoteando con despreocupación los brotes tiernos, mecida por el viento, disfrutando de las oportunidades que le ofrecía la vida. No parecía preocupada por el futuro, pero consciente de que, sin la comida de hoy, no habría un mañana.
Me entretuve durante un rato en contemplarla absorto; hasta me pareció que mi cabeza se movía al son de su vaivén. Sonreí, respiré hondo y volví a la propuesta con ánimo renovado. Las mismas incertidumbres, las mismas variantes y una paloma que ayudó a simplificar la solución.
Después me acordé de algunas personas que en mi vida también me han ayudado. En todas descubro una característica en común: la sencillez.
¡Ay! Uno no para de aprender en esta vida: a todas esas personas ¡muchas gracias!… incluso a la paloma.
Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader
Rafa, aunque seamos gente con experiencia, a veces los agobios nos llegan de una manera inusitada, repentina, como sin solución. Entonces, gestos y detalles simples como el de una sencilla paloma, nos indican que no podemos complicar tanto las formas, las maneras, el modo en como nos ponemos frente al mundo y recuperamos la tranquilidad de espíritu que nos hace ver la vida desde otra dimensión. Gracias por compartir con nosotros tus vivencias. son una lección de vida. Un abrazo…!!!
Sens dubte, he sabut que era «El jardin de las delicias».
Un lloc on la inspiració i la creativitat brollen en cada racó.
Crec que algun dia no massa llunya podré gaudir d´aquest boci de paradis..