El domingo pasado iniciamos la celebración de la Pascua, que desde la óptica de la fe da sentido a todo lo vivido en la Semana Santa.

Estos días he recordado con frecuencia las dos visitas que he tenido la suerte de hacer a Tierra Santa. En el corazón de la ciudad vieja de Jerusalén, se encuentra la basílica del Santo Sepulcro, también conocida como “iglesia de la resurrección”. En su interior encontramos el Calvario, lugar de la crucifixión y muerte de Jesús, y la Tumba desde la que resucitó al tercer día. Los dos santos lugares son inseparables, como lo son el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo.

Quedé impactado con un viacrucis de figuras sobrias y sencillas, pero de una belleza singular, que se encuentra en la capilla de la Aparición en el interior de la basílica. Como es muy alargado, en la foto he hecho una composición para que se pueda ver completo.

Me llamó la atención la última figura (la he señalado con una flecha) que representa la Resurrección (el viacrucis tradicional acaba con la anterior, el entierro de Jesús). Sin Resurrección, la Pasión sería un sinsentido. De alguna manera representa otras situaciones dolorosas por las que podemos pasar en la vida y que llevan a que nazca en nosotros algo nuevo.

 

El amor y el dolor van con frecuencia de la mano (en el matrimonio, en la familia), como bien lo escribió el poeta: “Mi ciencia es toda de amor / y si en amor estoy ducho / fue por arte del dolor / pues no hay amante mejor / que aquel que ha llorado mucho”.

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader

12/04/2023