El marcapáginas que usaba en el libro que estaba leyendo, era una postal con el dibujo de una joven hindú que baila descalza un día de lluvia pisando los charcos.

Al acabar la reunión Esteban me sugirió que fuéramos juntos dando un paseo hasta la estación de metro; mientras se ponía el abrigo con el libro en la mano, se cayó la postal, la recogí del suelo y antes de dársela me quedé un instante mirándola porque algo me llamaba la atención.

Ya en la calle hablamos de algunos puntos que habían salido en la reunión, estábamos satisfechos del buen ambiente y del tono con que se habían tratado los temas. Sin venir a cuento, la imagen del marcapáginas se me hizo presente y lo comenté. “Esteban, no sé qué tiene esa postal que me ha enganchado, al recogerla del suelo me he quedado mirándola porque me dice algo”.

Pues a mí me pasó lo mismo cuando me la dieron; de momento la guardé en el cajón y el otro día la puse en el libro que he empezado a leer. Quizás el contraste de los colores suaves resulta atractivo, hace que te fijes en el dibujo, te relaja, te anima a respirar hondo y transmite paz. Puedes quedarte en el dibujo de la chica que baila bajo la lluvia y ya está. Para mí no es todo, porque también me sugiere una actitud ante la vida que comparto, un modelo de persona que quiero para los míos; aquí se cumple aquello de que una imagen vale más que mil palabras.

Te explico. Mira, la vida está salpicada de dificultades, unas que nos vienen y otras que nos las buscamos solitos. Eso es lo que refleja la lluvia. Fíjate en su expresión, cómo avanza confiada, con los ojos cerrados y la sonrisa esbozada. Podemos educar en la desconfianza, en la prevención, en levantar barreras que nos protejan y separen de los demás. Pero es mejor fomentar la actitud confiada, aun sabiendo que más de uno nos va a fallar, o que uno mismo se puede equivocar. Con todo, serán más los aciertos que los fracasos y es preferible respirar con paz que con inquietud. Esa chica camina descalza, ajena al frío, con la fortaleza necesaria para sortear los charcos del camino. Una persona fuerte no significa que sea bruta; comportarse con delicadeza supone el dominio de uno mismo. Desarrollar la sensibilidad, educar los sentimientos, nos lleva a la renuncia de tendencias naturales que nos embrutecen; ahí tienes la fortaleza. Y esa chica la combina con la delicadeza y sensibilidad que transmite en la posición de las manos y el movimiento de su cuerpo, al compás de una música que le suena dentro.

Te aseguro que hay personas así: fuerte ante las dificultades, confiada ante la vida, pendiente de los demás, que transmite paz a su alrededor, que disfruta y se emociona ante los detalles de cada día.

Y mientras Esteban describía ese tipo de persona, el recuerdo de mi abuela Agustina se iba dibujando en aquel marcapáginas.

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader

31/01/24