Cuando «eso» se presenta de improviso

Cuando «eso» se presenta de improviso

Guardé un vídeo que me enganchó. Son unos segundos que recogen la acción de la jugadora Bárbara; tras superar las dificultades que le salen al paso, culmina la jugada con un bonito gol. Ejemplo de una actitud ante la vida; podría haberse quejado y no seguir, reclamar falta y esperar, quedarse tumbada de agotamiento después de la caída… pero lucha, sigue, se levanta, chuta y marca. No siempre el esfuerzo acaba en premio, pero marca el camino acertado.

Hoy, ese vídeo se lo dedico a Pepe. Me llamó la semana pasada para contarme una inquietud. Se había hecho una revisión médica ordinaria y aparecieron unos síntomas dudosos que el TAC posterior confirmó. Le ingresaron para hacerle más pruebas y despejar las dudas. “Quieren desechar la sospecha o ponerle nombre y apellidos”. Por un momento se le quebró la voz; en la familia hay antecedentes de “eso”. “Ojalá quede todo en una anécdota y dentro de unos días nos podamos reír recordando el susto” me dijo.

Así es Pepe, de un corazón enorme, con una cabeza despejada y una fe en Dios que vive con discreción pero que, en ocasiones como ésta, se manifiesta con firmeza. Su mujer, las hijas, la familia, los amigos, le queremos porque nos quiere, nos lo pone fácil. Vive la vida con ilusión e intensidad y, ahora, nos enseña que está preparado para todo: para darle la mano a “eso” si viene y también para echarse unas risas, si todo acaba en nada.

Y lo siento por el vídeo: la jugadora es del Barça y Pepe es del Madrid ?

Rafael Dolader – vidaescuela.es

– @rdolader

Elogio a un hombre amable

«Antonio es conductor de un autobús que une pequeños pueblos de una comarca castellana. Las aldeas que salpican el recorrido de su ruta están acostumbradas a oír su claxon. Al toque de la bocina, la gente levanta la mano para saludar al conductor, amigo cotidiano, o comenta con literal exactitud: «Ahí pasa el coche-correo» (como siguen llamando al autobús los vecinos de toda la vida).»

Así empieza «Elogio de un hombre amable» escrito por Dora Rivas y publicado en el semanario Alfa y Omega del 27-11-2008. Hoy, buscando otro asunto, lo he recuperado del archivo donde lo guardé y me ha emocionado tanto como entonces:

«He viajado varias veces en su autocar y he podido comprobar la multitud de pequeños gestos amistosos que Antonio realiza con total naturalidad. Por ejemplo, alguna vez ha trasladado unos metros la parada reglamentaria para hacerla coincidir lo más posible con el destino del viajero (no sé por qué me acuerdo ahora de las distintas advertencias de Nuestro Señor, para no matar el espíritu con la rigidez de la letra). Entiendo que estas licencias puedan permitirse en pueblos casi fantasmas y no en populosas capitales, pero el detalle sigue siendo igualmente valioso.

Nunca he visto a Antonio refunfuñar con nadie; esas discusiones por alguna tontería, entre conductor y pasajero, que presenciamos alguna vez en autobuses urbanos, son impensables en este autobús pueblerino, en el que los pasajeros hablan entre sí como si estuvieran en el bar, porque casi todos se conocen y siempre hay algo que decir. Antonio no interrumpe, y aunque es un hombre de pocas palabras, participa con breves y atinados comentarios cuando se pide su opinión. A veces se atreve con algún chiste para amenizar el viaje. Podría contar mil anécdotas para describir la amabilidad de este hombre: en una ocasión le vi cargar el bolso de un pasajero unos metros; no tenía por qué hacerlo, esa función no entraba en su sueldo, pero lo cogió con una sonrisa, quitándole importancia. Este extraño conductor prefiere perder algún céntimo, si no tiene vueltas exactas, antes que hacérselo perder al viajero.
Antonio acumula en su haber mínimas acciones de este tipo, más propias del caballero cortés de antaño que de un estresado conductor de nuestros días. Esta caridad en miniatura se manifiesta con gran belleza ante los ojos que la contemplan y es digna de gratitud.

Antonio lleva una estampita junto al parabrisas de su autobús, ahora no recuerdo de qué santo. Supongo que es un hombre religioso, porque los sencillos no tienen demasiadas dificultades para encontrarse con Dios, y sus constantes muestras de amor testimonian que ha conocido un Amor más grande, del que esos guiños son participación.

Es curioso, sin poner ninguna peli, este conductor ha logrado que mis viajes al pueblo sean mucho más agradables.»

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader

Ella

Ella

Dejo el coche en el garaje con ganas de llegar a casa y relajarme; sobre todo darle un abrazo. El día en la oficina ha sido intenso y tenso. Salgo del ascensor y pienso en ella. A primera hora de la tarde me ha llamado ¿a qué hora llegarás? Querrá contarme algo, compartir una alegría o un disgusto. Me entran las prisas.

Delante de la puerta respiro hondo tres veces, hago reset y limpio la mente. Visualizo su cara, eso me llena el corazón de alegría y me ilumina la cara con una sonrisa. Me arreglo la corbata, estiro un poco la americana y entro. ¡Hola! ¡hola!… no hay respuesta. Avanzo por el pasillo, abro todas las habitaciones, no está. Noto la amenaza de tormenta, de crisis emocional ¿cómo es posible que no esté?

Entro en la cocina, la mirada se va directa a un papel pegado en la nevera, escrito con letras grandes: he salido un momento a comprar, no te quites la corbata, vuelvo enseguida ¡TE QUIERO!

Cierro los ojos, imagino el abrazo, me quedo bobo y ahí me encuentra ¡anda, míralo! ¿por qué no respondes, qué haces?  Pues … es que te estaba diciendo que … yo también ¡TE QUIERO!

16-12-19

Relato inspirado y dedicado a Ignacio y Lola, que el día 5 cumplieron veintidós años de novios. Recuerdan con todo detalle el momento, lugar y circunstancias en que se puso en marcha su calendario particular, donde también tienen remarcada la fecha de la boda y el nacimiento de cada uno de los tres hijos. No todo ha sido de color rosa, pero han sabido mantener viva la llama que aquél día encendieron; esa llama que hoy sigue chisporroteando por sus ojos cuando se miran y que calienta los abrazos cuando al final de la jornada se encuentran.

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader

El otoño

El otoño

He salido al jardín a respirar el aire del otoño, a empaparme de sus colores, sin intermediarios. El cielo, los árboles, las piedras, el silencio… me retienen con su mensaje.

La lluvia fina resbala por la capucha, mientras contemplo absorto el manto de hojas que cubren la hierba y los amarillos que se sobreponen a los verdes.

Antes vibré con la vida que brotaba de sus yemas, luego me emocioné con las flores que salpicaban el jardín. Mañana me cubrirá la nostalgia del invierno con sus ramas desnudas.

La vida te sorprende a cada paso, te ofrece la emoción de las cosas sencillas.

Cuando miras con cariño (a las personas, al paisaje), se despierta en tu interior la sensación de que la vida es algo más que hacer cosas.

18-11-2019

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader

Ni él ni ella están solos

Ni él ni ella están solos

A la señora de la foto se le murió el marido hace trece años, tal día como hoy: era veintitrés de septiembre.

La instantánea recoge uno de tantos momentos que pasan a solas. Pero ni él ni ella están solos.

El la tiene a ella. Y a ella, el recuerdo no la bloquea; le aviva el cariño, la impulsa a estar activa para los demás: favores entre vecinas, compañía a enfermos, visitas a la familia, tardes con las amigas, siempre pendiente de los suyos.

Los paseos frecuentes al cementerio y la oración continua, actualizan el amor que les unió. Y un corazón que ama transmite alegría, contagia optimismo; atrae porque a su lado se está bien. Siempre se siente acompañada.

Ella es mi madre y él, mi padre.

Cuatro hijos, un quinto se fue con los ángeles a los tres meses; cuatro nietos, cinco bisnietos. En nombre de todos: gracias mamá, gracias papá.

23-09-2019

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader