Las petunias rojas

Las petunias rojas

Mi madre mantiene viva la afición por las flores y las plantas; a medida que ha tenido más tiempo libre, la afición ha crecido y, además, desde hace un tiempo intenta conquistarme para ese mundo. No lo tiene fácil; por más que el alumno ponga empeño, hay sensibilidades que no crecen sólo con el esfuerzo.

Cada vez que voy a verla, paseamos por la terraza mientras me cuenta las peculiaridades de cada una: cuándo la sembró, quién le dio la simiente, las incidencias que ha tenido y cómo ha conseguido salvarla, los planes que tiene con ella… Sólo por ver su cara cuándo me habla de las plantas, vale la pena el viaje. Claro, que ella habla con esa emoción de las plantas y de más ilusiones que tiene en la vida, empezando por los hijos, nietos y bisnietos.

En primavera había comprado unas petunias y ese día les prestó mayor atención. Son plantas anuales de entre 15 y 60 cm. Las hojas son alargadas o redondeadas, de bordes enteros, cubiertas por una vellosidad algo pegajosa. Las flores son solitarias y axilares; surgen en los ápices de las ramas. El cáliz es tubular, con corola en forma de trompeta y muy pedunculadas. La floración es abundante, sin parar desde principios de primavera hasta finales de otoño. Pueden tener cualquier color excepto el naranja. Aunque son clasificadas como inodoras toda la planta exhala un agradable aroma.

A la mañana siguiente, nos sentamos a disfrutar del chocolate delicioso que hace para desayunar. La conversación está animada, toca varios temas, pasa de uno a otro con facilidad; de repente cambia el gesto, se detiene y me dice algo seria: mira, no pongas petunias rojas porque son muy “apagás”; las de color rosa y las blancas son más agradecidas. A mí las rojas nunca me salen bien.

Me detuve a mirarla con cara de interés, la cuchara a mitad de camino entre la taza y la boca, los ojos bien abiertos y por dentro procesando la información como si en ello me fuera la vida. A ver cómo le digo ahora que las petunias blancas y de color rosa que me dio para mi casa, están pochas por que las he regado más de lo que ella me dijo.

Cuántas veces me ha pesado no hacer caso a sus consejos. En asuntos de fondo y en otros más prácticos, que las madres llegan a todo.

Mientras acabamos el chocolate, una voz interior me repite: cuidado con las petunias rojas.

Lo tendré en cuenta ¡vaya si lo tendré en cuenta!

 

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader

El color de los sueños

El color de los sueños

Esta mañana al levantar la persiana, la naturaleza me guardaba una vista magnífica. Después de unos días nublados y lluviosos, hoy el cielo amanece despejado, pintado de azul tenue, con un sol que luce, pero no calienta. Al fondo, la sierra presume de su primera manta de nieve ¡qué pronto! para estrenar el mes de noviembre. Con la nariz pegada al cristal de la ventana, me he dejado llevar de tanta maravilla y la imaginación ha volado en un aleteo de gratitud y contento, recorriendo desde las alturas el universo de mis sueños, tejidos de familia, amigos, proyectos, ilusiones, aficiones… ¡Tanto por hacer! Parece que una vida será poco, porque el registro de entrada trabaja más que el de salida y la cola crece por momentos.

Así estaba cuando he recordado un fragmento de la novela  “Blanca como la nieve, roja como la sangre” del italiano Alessandro D’Avenia. El protagonista es un adolescente en estado puro, Leo, que tiene la cabeza llena de líos y el corazón de buenos sentimientos no siempre bien aplicados. Está en busca del sueño que de sentido a su vida:

“Yo todavía no tengo un sueño concreto, pero justo eso es lo bonito. Es tan desconocido que me emociono solo de pensarlo. Silvia también tiene un sueño. Quiere ser pintora. Silvia pinta muy bien, es su afición preferida.

—Pero mis padres no quieren (Silvia). Dicen que eso solo puede ser una afición pero jamás mi futuro, «es un camino difícil en el que muy pocos salen.

Definitivamente, los mayores están en el mundo para recordarnos los miedos que nosotros no tenemos. Los mayores tienen miedo. En cambio, a mí me alegra que Silvia tenga ese sueño. Cuando habla le brillan los ojos, como brillan los ojos del Soñador (el profe) cuando explica. Como brillaban los ojos de Alejandro Magno, de Miguel Ángel, de Dante… Los ojos rojosangre, llenos de vida… Para mí, el de Silvia es el sueño oportuno. Le he pedido que me mire los ojos y que me avise cuando brillen, así a lo mejor descubro mi sueño mientras le hablo de algo, no vaya a ser que esté distraído y no me dé cuenta. Silvia acepta”

A ver si lo entiendo: si tienes un sueño los ojos te brillan, como lo hacían los de grandes personajes, con brillo rojosangre, llenos de vida. Es decir, si tienes sueños estás lleno de vida.

¡Ah, bueno! entonces aún me dará tiempo.

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader