No es lo mismo

No es lo mismo

He salido pronto de viaje para evitar el calor de mediodía. A esta primera hora la carretera está tranquila, conduzco relajado con velocidad fija, despreocupado de quienes me adelantan; a derecha e izquierda, los rastrojos aún mantienen la paja de la mies recién cosechada. Un poco más adelante, dos tractores cargados con el grano levantan el polvo del camino y obligan a subir la ventanilla del coche.

Pongo música, suena Melendi:

No se confunda / No es lo mismo pisotear que dejar huella / Usted tan sólo mira al cielo / Mientras yo veo las estrellas.

Y el recuerdo se me va a la conversación mantenida con Julián esta semana:

«Rafa, ayer se reunió el equipo médico que me lleva. Con todas las pruebas sobre la mesa, queda claro que mi cuerpo ya no responde al tratamiento. Me plantearon dos opciones: pasar a paliativos o apostar por una intervención arriesgada de resultado incierto que alargaría la esperanza de vida en unos meses. Por la noche, cogidos de la mano con Elena y los niños, decidimos paliativos. Con eso lo que me queda pueden ser dos semanas, máximo dos meses. Estoy sereno, confiado en Dios, contento de todo lo que me ha dado y de cómo se quedan ellos. Puesto que el final es bueno, que llegue cuando Él quiera. Además, ya sabes que en estos años que llevo conviviendo con la enfermedad, me he zafado de varios ultimátum. Y ahora ¡quién sabe!»

El nudo en la garganta me impidió decir gran cosa, mientras él siguió contando los planes para este corto plazo y animándome como si fuera yo quien tiene la fecha marcada en el calendario.

Durante los veinte años largos de trato, su actitud ante los reveses de la vida ha sido un ejemplo para mí que siempre agradeceré por lo mucho que me ha ayudado; lo mismo sucede con la amistad que surgió y hemos profundizado durante este tiempo, aun sabiendo que estamos en dos categorías distintas: pues mientras yo miro al cielo, él contempla las estrellas; y mientras yo paso por la vida pisoteando, él deja huella. Y claro, no es lo mismo.

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader

17 de julio de 2021

Isidoro

Isidoro

La respiración de Isidoro fue perdiendo fuerza durante la noche; con noventa y siete años, nos dejó al amanecer del martes, cuando el hospital despertaba y la actividad empezaba a recorrer pasillos y habitaciones. Le cerré los ojos; antes de dar el aviso, recé un rato ante aquel rostro sereno que tanto me sugería. Pasaron por mi cabeza las historias contadas y las vividas durante los años que le he acompañado.

Vivió con pasión su profesión de periodista y la empapó de un espíritu profundamente cristiano. Quiso que le lleváramos a su pueblo, en tierras palentinas; allí descansa ahora junto a los suyos. Aunque supongo que donde se los habrá encontrado, será en el cielo. Aquí lo que nos deja es su ejemplo, el bien y el afecto que repartió, a pesar de que el carácter se le salía de tono de vez en cuando, por motivos de la enfermedad.

Fue muy emotivo ver pasar a despedirse a todas las enfermeras, auxiliares y médicos, que durante años le han atendido en el Hospital Laguna. Gente que trabaja con profesionalidad y añaden un plus de cariño al trato. Y querían corresponderle.

Isidoro tenía estudios, títulos, distinciones, condecoraciones. Nada de eso queda en la caja enterrada bajo tierra. Fuera, lo que cuenta es lo que ha dejado en los corazones de quienes hemos estado a su lado.

Le gustaba cantar y podía presumir de buena voz. Aunque no estoy a su nivel, le acompañaba en sus arranques; pasábamos de una canción a otra sin agotarlas, porque no sabíamos la letra completa y la inventábamos sobre la marcha. Una de ellas, era parte del poema de San Juan de la Cruz: al atardecer de la vida te examinarán del Amor.

En ese momento hablábamos de la muerte con naturalidad y algo de humor. En broma le decía: “Isidoro, conviene que tú pases primero el examen porque sacarás buena nota y así me podrás ayudar cuando me toque a mí”. El calendario ha confirmado la previsión; espero acertar también en la calificación.

Ahora le pido que nos ayude, a mí y a todo el que se lo encomiende, a recorrer nuestro camino sembrando paz y alegría por todos los rincones, aunque haya contrariedades; con una actitud abierta para colaborar con todos, también con los que no piensan como nosotros, porque esta vida es corta y poco el tiempo que tenemos para tanto bien que podemos hacer.

¡Ah! Isidoro no te olvides de decirle a San Pedro que soy amigo tuyo (por lo de la nota del examen).

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader

26 de junio de 2020

Cuando «eso» se presenta de improviso

Cuando «eso» se presenta de improviso

Guardé un vídeo que me enganchó. Son unos segundos que recogen la acción de la jugadora Bárbara; tras superar las dificultades que le salen al paso, culmina la jugada con un bonito gol. Ejemplo de una actitud ante la vida; podría haberse quejado y no seguir, reclamar falta y esperar, quedarse tumbada de agotamiento después de la caída… pero lucha, sigue, se levanta, chuta y marca. No siempre el esfuerzo acaba en premio, pero marca el camino acertado.

Hoy, ese vídeo se lo dedico a Pepe. Me llamó la semana pasada para contarme una inquietud. Se había hecho una revisión médica ordinaria y aparecieron unos síntomas dudosos que el TAC posterior confirmó. Le ingresaron para hacerle más pruebas y despejar las dudas. “Quieren desechar la sospecha o ponerle nombre y apellidos”. Por un momento se le quebró la voz; en la familia hay antecedentes de “eso”. “Ojalá quede todo en una anécdota y dentro de unos días nos podamos reír recordando el susto” me dijo.

Así es Pepe, de un corazón enorme, con una cabeza despejada y una fe en Dios que vive con discreción pero que, en ocasiones como ésta, se manifiesta con firmeza. Su mujer, las hijas, la familia, los amigos, le queremos porque nos quiere, nos lo pone fácil. Vive la vida con ilusión e intensidad y, ahora, nos enseña que está preparado para todo: para darle la mano a “eso” si viene y también para echarse unas risas, si todo acaba en nada.

Y lo siento por el vídeo: la jugadora es del Barça y Pepe es del Madrid ?

Rafael Dolader – vidaescuela.es

– @rdolader

Ella

Ella

Dejo el coche en el garaje con ganas de llegar a casa y relajarme; sobre todo darle un abrazo. El día en la oficina ha sido intenso y tenso. Salgo del ascensor y pienso en ella. A primera hora de la tarde me ha llamado ¿a qué hora llegarás? Querrá contarme algo, compartir una alegría o un disgusto. Me entran las prisas.

Delante de la puerta respiro hondo tres veces, hago reset y limpio la mente. Visualizo su cara, eso me llena el corazón de alegría y me ilumina la cara con una sonrisa. Me arreglo la corbata, estiro un poco la americana y entro. ¡Hola! ¡hola!… no hay respuesta. Avanzo por el pasillo, abro todas las habitaciones, no está. Noto la amenaza de tormenta, de crisis emocional ¿cómo es posible que no esté?

Entro en la cocina, la mirada se va directa a un papel pegado en la nevera, escrito con letras grandes: he salido un momento a comprar, no te quites la corbata, vuelvo enseguida ¡TE QUIERO!

Cierro los ojos, imagino el abrazo, me quedo bobo y ahí me encuentra ¡anda, míralo! ¿por qué no respondes, qué haces?  Pues … es que te estaba diciendo que … yo también ¡TE QUIERO!

16-12-19

Relato inspirado y dedicado a Ignacio y Lola, que el día 5 cumplieron veintidós años de novios. Recuerdan con todo detalle el momento, lugar y circunstancias en que se puso en marcha su calendario particular, donde también tienen remarcada la fecha de la boda y el nacimiento de cada uno de los tres hijos. No todo ha sido de color rosa, pero han sabido mantener viva la llama que aquél día encendieron; esa llama que hoy sigue chisporroteando por sus ojos cuando se miran y que calienta los abrazos cuando al final de la jornada se encuentran.

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader

Ni él ni ella están solos

Ni él ni ella están solos

A la señora de la foto se le murió el marido hace trece años, tal día como hoy: era veintitrés de septiembre.

La instantánea recoge uno de tantos momentos que pasan a solas. Pero ni él ni ella están solos.

El la tiene a ella. Y a ella, el recuerdo no la bloquea; le aviva el cariño, la impulsa a estar activa para los demás: favores entre vecinas, compañía a enfermos, visitas a la familia, tardes con las amigas, siempre pendiente de los suyos.

Los paseos frecuentes al cementerio y la oración continua, actualizan el amor que les unió. Y un corazón que ama transmite alegría, contagia optimismo; atrae porque a su lado se está bien. Siempre se siente acompañada.

Ella es mi madre y él, mi padre.

Cuatro hijos, un quinto se fue con los ángeles a los tres meses; cuatro nietos, cinco bisnietos. En nombre de todos: gracias mamá, gracias papá.

23-09-2019

Rafael Dolader – vidaescuela.es – @rdolader